El 20 de enero de 1961 moría en el hospital del pueblo
Gobernador Racedo (hoy Cerrito), Juan Cancio Martínez; hijo de Lucía Cian, una
inmigrante friulana austriaca que en 1884 había llegado a Entre Ríos junto con
su abuela Lucía, su tía paterna Teresa, sus cuatro hermanos y sus padres Giussepe
y Rigina. El padre de Juan Cancio, Anacleto Martínez, era nieto de Santiago
Martínez, un santafesino que cruzó el río Paraná en las primeras décadas del
siglo XIX y fuera el fundador del pueblo Antonio Tomás.
Del matrimonio de Anacleto y Lucía nacieron diez hijos. El
mayor, Juan Cancio, nacido el 15 de abril de 1893, probablemente cursara sus
estudios en la Escuela Fiscal Nº 45 del pueblo General Paz, primera escuela
fundada en Colonia Cerrito en 1886, la cual se encontraba distante 10
kilómetros desde su casa paterna.
Al morir su padre en 1917, debió llevar adelante el trabajo
de la chacra junto a sus hermanos menores. En la década de 1920 fue uno de los
fundadores de la cooperadora de la Escuela Nº 70, la escuela de tablas que se
encontraba a corta distancia de su casa natal y del campo que había adquirido
con su hermano Apolonio; fue también el primer presidente de la cooperadora de
la escuela donde era maestro y director Desiderio Villanueva, quien se convertiría
en su cuñado al casarse con una de sus hermanas, Blanca Eufemia Manuela, con
quien tuvo siete hijos: Oneglia Gregoria Margot, Cancio Anacleto Rubén, Héctor,
Blanca Delmira, Elio Enedín, Helvio Danilo y Lucía Vicenta.
Militante radical, simpatizó con el movimiento
revolucionario que encabezara Edelmiro Farell el 6 de junio de 1943, siendo
designado comisario de la Comisaría de Gobernador Racedo, cargo que ocupó por
menos de dos años. Su enconado antiperonismo llegó al extremo de prohibierles a
sus hijos ingresar a la casa con imágenes de Perón o Evita, por lo que estos,
al regresar de la escuela, debían pasar por el galpón y dejar allí los textos
escolares con estas representaciones pictóricas. Estas posiciones las mantuvo
incluso con dirigentes de su propio partido: producido el golpe cívico militar
que derrocara a Perón, regresando Ricardo Balbín de su destierro en Paraguay, fue
agasajado por los radicales cerritenses con una cena que se realizara en la
zona. Como Juan Cancio y otros correligionarios no estaban de acuerdo con el
sector balbinista, fueron al mitin, pero se quedaron del lado de afuera del
alambrado.
Existen versiones diferentes acerca de la causa de su
muerte. Cuenta su sobrino Roque Arnoldo Martínez que Juan Cancio, comprometido
con el movimiento rural, regresaba de una reunión que se realizara en Cerrito y
sufrió un accidente donde se cayó del sulky que conducía y, aunque
se levantó por sus propios medios y regresó a su casa, no quedó claro si fue
este accidente el que le produjo un coagulo sanguíneo o si este ya estaba dando
vueltas por su cuerpo e hizo que se descompusiera, cayéndose del sulky.
La versión que cuenta su hijo Nilo es algo diferente. Este relata que el 24 de diciembre de 1960,
en las cercanías del pueblo San Julián (Estación El Pingo, cerca de donde
muriera en 1973 su hermano Elio), sucedió un accidente donde varios primos y
primas Martínez fueron atropelladas en un carro cuando volvían de una fiesta de
aquel pueblo; por la época, donde no había tantos medios de comunicación; y por
la fecha, estos estuvieron casi toda la noche tirados a la vera del camino
hasta que fueron socorridos. Este suceso hizo que se pusiera muy nervioso, ya
que todos permanentemente le mencionaban este hecho tan doloroso para la
familia.
Así fue que el 4 de enero de 1961
se cayó del sulky, cuando regresaba de Cerrito a su casa. El día 6 fue a visitar
a su hija, madre primeriza, haciendo comentarios en relación a su nieta Imelda -nacida
el anterior 26 de diciembre-, refiriendo que era una gringuita hermosa. En esta
visita se descompuso y su hijo Héctor llamó al Dr. Elías, quien lo internó, pero
ya no pudo recuperarse; ese coagulo le tapó el corazón y lo mató el 20
de enero de 1961, cinco meses después que el mayor de sus hijos varones emigrara
de la provincia, buscando un mejor porvenir que no vislumbraba en la chacra de
sus padres.
Hoy en el Cementerio de General Paz junto a sus padres,
junto a tres de sus hijos, junto a su esposa, descansa el hombre que decía: “No
hay que dejar de sembrar por miedo a los caranchos”.
Gerardo Roberto
Martínez
Los Toldos (Buenos
Aires); enero de 2017
General José de San
Martín; 17 de abril de 2019