miércoles, 17 de abril de 2019

JUAN CANCIO MARTÍNEZ


El 20 de enero de 1961 moría en el hospital del pueblo Gobernador Racedo (hoy Cerrito), Juan Cancio Martínez; hijo de Lucía Cian, una inmigrante friulana austriaca que en 1884 había llegado a Entre Ríos junto con su abuela Lucía, su tía paterna Teresa, sus cuatro hermanos y sus padres Giussepe y Rigina. El padre de Juan Cancio, Anacleto Martínez, era nieto de Santiago Martínez, un santafesino que cruzó el río Paraná en las primeras décadas del siglo XIX y fuera el fundador del pueblo Antonio Tomás.
Del matrimonio de Anacleto y Lucía nacieron diez hijos. El mayor, Juan Cancio, nacido el 15 de abril de 1893, probablemente cursara sus estudios en la Escuela Fiscal Nº 45 del pueblo General Paz, primera escuela fundada en Colonia Cerrito en 1886, la cual se encontraba distante 10 kilómetros desde su casa paterna.
Al morir su padre en 1917, debió llevar adelante el trabajo de la chacra junto a sus hermanos menores. En la década de 1920 fue uno de los fundadores de la cooperadora de la Escuela Nº 70, la escuela de tablas que se encontraba a corta distancia de su casa natal y del campo que había adquirido con su hermano Apolonio; fue también el primer presidente de la cooperadora de la escuela donde era maestro y director Desiderio Villanueva, quien se convertiría en su cuñado al casarse con una de sus hermanas, Blanca Eufemia Manuela, con quien tuvo siete hijos: Oneglia Gregoria Margot, Cancio Anacleto Rubén, Héctor, Blanca Delmira, Elio Enedín, Helvio Danilo y Lucía Vicenta.
Militante radical, simpatizó con el movimiento revolucionario que encabezara Edelmiro Farell el 6 de junio de 1943, siendo designado comisario de la Comisaría de Gobernador Racedo, cargo que ocupó por menos de dos años. Su enconado antiperonismo llegó al extremo de prohibierles a sus hijos ingresar a la casa con imágenes de Perón o Evita, por lo que estos, al regresar de la escuela, debían pasar por el galpón y dejar allí los textos escolares con estas representaciones pictóricas. Estas posiciones las mantuvo incluso con dirigentes de su propio partido: producido el golpe cívico militar que derrocara a Perón, regresando Ricardo Balbín de su destierro en Paraguay, fue agasajado por los radicales cerritenses con una cena que se realizara en la zona. Como Juan Cancio y otros correligionarios no estaban de acuerdo con el sector balbinista, fueron al mitin, pero se quedaron del lado de afuera del alambrado.
Existen versiones diferentes acerca de la causa de su muerte. Cuenta su sobrino Roque Arnoldo Martínez que Juan Cancio, comprometido con el movimiento rural, regresaba de una reunión que se realizara en Cerrito y sufrió un accidente donde se cayó del sulky que conducía y, aunque se levantó por sus propios medios y regresó a su casa, no quedó claro si fue este accidente el que le produjo un coagulo sanguíneo o si este ya estaba dando vueltas por su cuerpo e hizo que se descompusiera, cayéndose del sulky.
La versión que cuenta su hijo Nilo es algo diferente. Este relata que el 24 de diciembre de 1960, en las cercanías del pueblo San Julián (Estación El Pingo, cerca de donde muriera en 1973 su hermano Elio), sucedió un accidente donde varios primos y primas Martínez fueron atropelladas en un carro cuando volvían de una fiesta de aquel pueblo; por la época, donde no había tantos medios de comunicación; y por la fecha, estos estuvieron casi toda la noche tirados a la vera del camino hasta que fueron socorridos. Este suceso hizo que se pusiera muy nervioso, ya que todos permanentemente le mencionaban este hecho tan doloroso para la familia.
Así fue que el 4 de enero de 1961 se cayó del sulky, cuando regresaba de Cerrito a su casa. El día 6 fue a visitar a su hija, madre primeriza, haciendo comentarios en relación a su nieta Imelda -nacida el anterior 26 de diciembre-, refiriendo que era una gringuita hermosa. En esta visita se descompuso y su hijo Héctor llamó al Dr. Elías, quien lo internó, pero ya no pudo recuperarse; ese coagulo le tapó el corazón y lo mató el 20 de enero de 1961, cinco meses después que el mayor de sus hijos varones emigrara de la provincia, buscando un mejor porvenir que no vislumbraba en la chacra de sus padres.
Hoy en el Cementerio de General Paz junto a sus padres, junto a tres de sus hijos, junto a su esposa, descansa el hombre que decía: “No hay que dejar de sembrar por miedo a los caranchos”.
Gerardo Roberto Martínez
Los Toldos (Buenos Aires); enero de 2017
General José de San Martín; 17 de abril de 2019